Del 11 al 20 de abril, la Semana Santa vallisoletana se hace tangible a lo largo de toda la ciudad, por donde pasarán miles y miles de turistas que atraídos por lo espectacular de su imaginaria y por el recogimiento de los cofrades que participan en las procesiones, no dejan escapar la oportunidad de disfrutar de una Semana Santa verdaderamente impresionante.
Las tallas de Juan de Juni o de Gregorio Fernández, abandonan sus lugares habituales dentro de iglesias y museos y recorren nuestras calles ante la mirada sobrecogida de aquellos que viven estas tradiciones con fe y también de aquellos que por amor al arte, al costumbrismo o a lo atávico, se echan a las calles.
Nada que ver con las Semanas Santas de Sevilla, Granada o Málaga, por citar algunas de las más conocidas.
Aquí el respeto y el silencio, se hacen con el bullicio natural de la urbe, imponiéndose las cornetas y los tambores sobre cualquier otro sonido de la ciudad.
Bien es cierto que hay un sector de la población que no vive así estas fechas, por cuestión de fe o de costumbres, pero no obstante ceden amablemente su descanso, su comodidad y su paciencia a los que deciden recrear los últimos días de Jesús de Nazaret.
Yo como soy un Mogwai, ni estoy bautizado ni nada, ni tan siquiera he ido nunca a misa.
Yo soy más de magia china y todo eso.
Pero aún así y todo, he de reconocer que estas fechas me invitan a la reflexión y al recogimiento ( y mira que no soy tampoco de los que se suelen recoger mucho) porque se genera un ambiente muy particular en el que impera el respeto y en el que el arte de la escultura penitencial, se puede apreciar casi en cada esquina.
Además la ciudad hierve de visitantes y da gusto echarse a ver jaleo, si el tiempo respeta, claro.
Para complementar las opciones de aquellos que nos visitan, desde la Oficina de Turismo de Valladolid, se ofertan nada más y nada menos que diecisiete rutas y visitas guiadas que a las que se pueden apuntar todos aquellos que lo deseen, y que abarcan ámbitos muy distintos: Paseos en barco, visitas teatralizadas, rutas panorámicas, visitas familiares...
Nos encontramos con muchos tipos de actividades tan diferentes como el famoso "Bus vino" (del que os hablaré en la próxima entrada de mi blog) o la famosa "Ruta del Hereje", que realiza un recorrido teatralizado inspirado en algunos pasajes del famoso libro de nuestro escritor más universal: Miguel Delibes.
Los restaurantes y bares de la ciudad, adaptan su oferta a la cocina de cuaresma, al igual que las pastelerías y obradores, que nos ofrecen postres típicos de la época.
Este año parece que el clima no va a hacernos demasiado boicot, por lo que os recomiendo a todos, que si os estáis planteando descubrir algo muy especial y diferente en vuestras vacaciones, no lo dudéis acercaos por la Oficina de Turismo de Valladolid
No os dejará indiferentes, palabra de Mogwai.
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