Desde el pasado lunes la cúpula del milenio se llenó de fogones y cocineros, dado que se hace coincidir con el concurso de pinchos, la sexta edición de concurso de escuelas de cocina.
Un lujo que esta ciudad se convierta en referente para la gastronomía nacional e internacional y la cosa cada día va cobrando más fuerza ya que tanto la calidad de los participantes como la implicación de los hosteleros de Valladolid es cada vez mayor.
Sin ir más lejos, este año el presidente del jurado de este certamen no ha sido otro que el increíble y simpátiquísimo Martín Berasategui, del que sobran presentaciones ya que se está barajando crear una constelación con su nombre, ya que posee ni más ni menos que siete estrellas Michelin en su haber.
Un lujazo contar con gente así.
Valladolid entera se entrega por completo a este evento y amén de esos pedazo de vinos que tenemos aquí, de nuestras cinco D.O. los hostelero acogen a los participantes venidos de todas partes y en sus establecimientos no solo se servirán los pinchos elaborados para el concurso, si no que se pone a disposición de estos cocineros de otras regiones toda la infraestructura local disponible en los establecimientos de acogida al igual que el apoyo y la amistad de los anfitriones.
De mimo todo esto, una semana muy especial donde se crean auténtico lazo de hermandad.
Otra cosa bien chula ha sido el recibir como estado invitado a Guanajuato, de méxico, capital gastronómica iberoamericana y sede desde hace 46 años del festival cervantino.
Los cocineros mexicanos han traído aValladolid todo su arte en los "tacos-tapas" y los vallisolentanos han podido deleitarse con una gran variedad de tapas mexicanas, bien ricas y muy originales.
Y como esto no deja de ser un concurso voy a poner unas fotos de los ganadores de los diversos premios y os invito a acecaros por Valladlid a probar estas joyitas gastronómicas en miniatura.
En fin, que mi operación bikini tendrá que posponerse varios añitos ya que en esta ciudad se come y se bebe de lujo, cada día incluso mejor y el enoturismo y la gastronomía son al igual que el perfecto castellano que aquí se habla, las señas de identidad de Valladolid.
Lo dicho, venid a degustar cositas, merece la pena, palabra de Guizmo Pucela, más feliz que una perdiz.
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